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Comprende mejor por qué tu hijo consume porros e incluso a lo mejor te miente y no quiere hablar contigo sobre el tema. Ayúdale de una manera efectiva.

Porros: ¿qué diferencia hay entre hachís, marihuana y cannabis?

Los porros provienen de una planta: el cáñamo. Tiene su origen en el centro del continente asiático y pertenece a la especie de las canabáceas. El cannabis es una especie única que tiene dos subespecies, el cannabis sativa subespecie índica y el cannabis sativa subespecie sativa. La subespecie índica tiene mayor dosis de principios activos y produce resina. Tanto el hachís como la marihuana provienen de esta subespecie y en concreto de la planta hembra.

El Cannabis sativa está formado por alcaloides que tienen un efecto estimulante. Sus principios activos se denominan cannabinoides y el principal es el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC). El cannabis puede aparecer en forma de hachís, de marihuana o de aceite de hachís. El hachís proviene de la resina seca de la planta (6-10% THC). La marihuana se prepara a partir de las flores secas (5-10% THC. En la actualidad en Estados Unidos 10-15% de THC). Por último, está el aceite de hachís (50% de THC). El cannabis se puede consumir por vía oral (ingerido o fumado) y la mayor absorción de THC se produce al fumar la sustancia.

¿Qué efectos experimenta mi hijo cuando fuma porros?

La cantidad necesaria para que el THC produzca efectos en las personas es a partir de 2 mg. Con cada porro se asimila entre 2 y 7,5 mg de THC. Es decir, un adolescente sólo necesita un porro para experimentar sus efectos. Estas sensaciones, pueden llegar a durar tres horas.

Los efectos del consumo de cannabis se dividen en dos fases. En la primera etapa, el cannabis actúa como un estimulante. El sujeto que lo consume tiene una sensación de placer, felicidad, euforia, aumento del ansia y la percepción (táctil, auditiva y visual). En la segunda fase el consumidor siente una relajación total y somnolencia. En cuanto a las modificaciones a nivel cognitivo, quedaría afectada la memoria a corto plazo, la capacidad de resolución de problemas y la atención tras el consumo de porros. Otra de las consecuencias de fumar porros es la deformación del tiempo y el espacio, el lenguaje acelerado, el incremento del apetito y la carcajada fácil.                                

Existen otros síntomas físicos como un leve incremento del ritmo cardiaco, enrojecimiento de ojos y sequedad bocal. En cuanto a los efectos psicológicos también puede aparecer autoconfianza, sensación de bienestar, problemas de concentración y dificultades en la retención de nueva información. En elevadas dosis (consumo de 15 mg o más de THC) puede aparecer desorganización en el pensamiento, ideas delirantes, alucinaciones, sensación de desrealización y despersonalización. Así́ como una destacada pérdida en la interpretación de tipo auditivo y visual. 

¿Por qué mi hijo consume porros?

En la adolescencia ocurren diversos cambios a todos los niveles. Es una etapa de vulnerabilidad en la que aumenta la experimentación de conductas de riesgo por parte de los jóvenes.

El consumo de sustancias constituye un fenómeno de tipo social relevante. El fácil acceso y disponibilidad de los porros en este momento de cambios emocionales, cambios en su forma de pensar y cambios físicos hace que el joven, tenga mayor predisposición para fumar.

Existen diversos motivos por los que el adolescente puede acabar consumiendo porros. Las drogas, son un medio rápido y accesible para sentirse bien. Además, este tipo de sustancias inhiben las sensaciones que el sujeto percibe como negativas, actúan como refuerzo negativo de emociones secundarias como la ansiedad, el estado depresivo… en definitiva, reducen el malestar que puedan tener.

La tendencia a estas edades es la de probarlo con el grupo de iguales. Esto hace que los jóvenes sientan una mayor aceptación por parte del colectivo. 

El cannabis es la droga ilegal más consumida entre los adolescentes españoles y europeos.

Su tu hijo consume porros es probable que pase por las siguientes fases:

• Experimentando… es cuando el adolescente comienza a consumir de manera esporádica. Se da normalmente cuando el grupo de amigos del adolescente consume porros. Cuando está creando su identidad, el adolescente busca la aceptación total por parte de su grupo de iguales. La tendencia es la de pensar “si no hago lo mismo que mis amigos me pueden rechazar”.

• Fomentando el hábito… en este punto, el adolescente comienza a repetir la conducta de fumar porros porque tiene ganas. Ya no es sólo de manera social el consumo y deja de ser de forma puntual. El joven empieza a percibir los refuerzos que tiene para su estado anímico a corto plazo el hecho de fumar porros.

• El hábito instaurado… el adolescente normaliza el consumo de porros. Comienza a abusar de la sustancia con diferentes objetivos: potenciar su estado anímico, aliviar el malestar, relajarse, reducir emociones primarias como la tristeza o la ira, disminuir emociones secundarias como la ansiedad o la frustración…

• Consumo de porros como estilo de vida… el consumo se generaliza a todos los momentos de su vida. Las demás áreas dejan de ser importantes y los porros pasan a ser la prioridad para el adolescente.

¿Qué puedo hacer si mi hijo consume porros?

¿Por qué mi hijo me miente y no quiere hablar conmigo?

El adolescente no percibe las consecuencias negativas que puede tener el hecho de que siga consumiendo porros a medio y largo plazo. Por ello, su objetivo es el de seguir consumiendo. La tendencia de los jóvenes es la de ocultar dicha conducta para poder mantenerla ya que ellos no la consideran como una conducta de riesgo. Además, en esta etapa es muy relevante la necesidad de autoafirmación. Esto conlleva un acto de rebeldía ante la autoridad que se traduce en no tener en cuenta la opinión de sus padres y aceptar solamente la de sus iguales.

¿Qué puedo hacer como padre o madre si mi hijo consume porros?

Si percibes que tu hijo tiene cambios bruscos en su estado anímico, que su comportamiento está cambiando, que está distante, irascible, que su rendimiento académico ha disminuido, que comienza a estar desmotivado, que llega a casa con los ojos rojos, con un aumento en su apetito, estado de somnolencia…hay probabilidades de que su hijo esté fumando porros.

Esta conducta, comienza a estar normalizada en sociedad por la alta prevalencia en el uso de cannabis. No obstante, no se puede olvidar las consecuencias que el adolescente puede sufrir por fumar porros.

Los consumidores de THC tienen mayor predisposición a desarrollar diversos trastornos mentales. El consumo de cannabis puede llevar a la psicosis, tiene una relación con la conducta antisocial, produce deterioro cognitivo y también lleva al consumo de otras sustancias psicotrópicas. Durante el consumo de cannabis pueden aparecer trastornos de ansiedad, delirium y trastornos del sueño. Además, los trastornos del sueño también pueden aparecer en la abstinencia de la sustancia, como consecuencia del consumo.

Los primero que se puede hacer como padre del adolescente es mostrar tolerancia cero ante esta práctica. Es decir, si lo propios padres tienden a minimizar los riesgos y consecuencias que tiene esta conducta, hay altas probabilidades de que el joven tienda a generar el hábito.

Lo recomendable es buscar ayuda de profesionales para que les den orientación sobre cómo actuar ante una situación como esta.

¿Cómo podemos ayudarte en el Centro Acción?

En Centro Acción contamos con una serie de especialistas en el tratamiento con adolescentes y en la adicción concreta al cannabis. Además, contamos con un equipo multidisciplinar experto en la intervención de adicciones.

La incidencia de adolescentes que consumen cannabis cada vez es mayor. Así que, si tienes la sospecha de que tu hijo consume porros, no lo dudes, pide ayuda. Si reconducimos la conducta desde el inicio, se evitará la experimentación de las consecuencias negativas que puede tener el hecho de fumar porros.

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