Muchos padres y madres se sienten perdidos y no saben muy bien qué hacer con un hijo drogadicto y violento. En este artículo analizamos las causas que suelen estar detrás de este problema e indicamos algunas pautas para comenzar a hacerle frente.

La adolescencia es una etapa complicada, tanto para el joven como para la familia. Es un momento de cambios y de nuevos aprendizajes. Los adolescentes, por lo general, tienen la necesidad de búsqueda de sensaciones, de experimentar, tienen muy baja tolerancia al dolor y a la frustración, y es un momento crucial para su desarrollo (emocional, cognitivo, de personalidad, etc.).

Durante esta etapa los adolescentes son más vulnerables al consumo de drogas, pues sus niveles de impulsividad son mayores y experimentan dificultades en el manejo de todos esos cambios que sufren, pasando de ser niños a adultos. Pueden comenzar a consumir alcohol u otras drogas por el simple hecho de sentir el efecto que éstas producen o para poder afrontar estos cambios desconocidos.

Además del consumo de drogas, en la adolescencia se pueden dar conductas agresivas hacia los padres o hermanos, o en el entorno social. Tienen la necesidad de enfrentarse al mundo para poder determinar su propio rol en la sociedad.

Dado que están en un momento de transición a la edad adulta, por lo que determinadas habilidades y facultades psicológicas todavía se están desarrollando, como la empatía, las habilidades sociales, la autoestima… Por lo que el ambiente jugará un papel importante en este desarrollo.


Relación entre drogas y violencia

Existen numerosos estudios evidencian que existe una relación entre el consumo de drogas y las conductas violentas o, incluso, delictivas, señalando a continuación diferentes factores que apoyan dicha relación.

• La desinhibición ocasionada por algunas drogas como puede ser el alcohol hace que la persona que consume reduzca su capacidad de razonamiento, y sea menos consciente de las consecuencias que tiene su comportamiento. Si una persona ha consumido una droga que desinhibe, será más probable que realice una conducta violenta pues no valorará las consecuencias negativas.

• El consumo de drogas tiene un efecto a nivel cerebral, afectando a las zonas del cerebro involucrada en la toma de decisiones. Esto hace que la persona vea alterada su juicio acerca de lo que está bien o está mal, en definitiva, funciones cognitivas más elaboradas que si se ven dañadas, puede dar pie al uso de la violencia para conseguir el beneficio que la persona busca.

• Una vez que la persona para de consumir una droga, aparece síndrome de abstinencia, es decir, síntomas asociados al cese del consumo. Entre estos síntomas destacan mayores niveles de irascibilidad, frustración, fomentando por ende, comportamientos de carácter agresivo, ya sean verbales o comportamentales.

Además, no debemos olvidar la importancia del aprendizaje. Es decir, si la persona que utiliza la violencia para llegar a un fin o un beneficio propio, y ha comprobado en varias ocasiones que esta conducta le ha traído beneficios, las probabilidades de que repita la conducta en futuras ocasiones aumentarán, y con ello el nivel de violencia crecerá.


El papel de los padres de un hijo drogadicto y violento

Ante todas estas dificultades, es normal que los padres con un hijo drogadicto y violento se vean en la tesitura de no saber qué hacer. En estos casos, suelen aparecer sentimientos de culpa, de vergüenza, miedo, vulnerabilidad, llevándolos a una sobreprotección del menor y a una codependencia. Son víctimas de la manipulación y del chantaje de su hijo, creando un ambiente desesperanzador.

Los padres que viven esta situación sienten impotencia y miedo, muchas veces por el mero hecho de dirigirse a su hijo y que éste no tenga una buena reacción, se vaya a consumir o que tenga reacciones violentas hacia objetos o hacia ellos mismos. Finalmente, debido a las emociones descritas y ante no saber qué hacer acaban cediendo ante las peticiones de su hijo, lo que refuerza esa conducta.

Asimismo, debido a que magnitud de la situación y que los padres no saben cómo actuar, pueden aparecer las justificaciones o el autoengaño que se pueden dar en los padres con un hijo drogadicto y violento. Pueden llegar a justificar las conductas que el adolescente realiza dando una razón o un porqué, o entrar en el autoengaño pensando que su hijo no tiene un problema, que es algo de carácter o que cuando pase la adolescencia desaparecerá. Es una forma de manejar el dolor, la rabia o el miedo que experimentan estos padres, pero que sin duda sólo retrasa solucionar el problema y alargar el sufrimiento familiar, aunque obviamente es inconsciente y es una defensa de carácter emocional.

Además de ello, existen una serie de factores que pueden aumentar las probabilidades de que nuestro hijo consuma drogas. Pueden darse en la infancia o a lo largo de la adolescencia. Estas pueden ser conductas agresivas o violentas, baja autoestima, falta de control, baja tolerancia a la frustración o necesidad del beneficio inmediato, entre otras.

Además de estos factores de personalidad, es importante tener en cuenta el papel que juega el ambiente, ya que la condición de adicto depende también de este.

El hecho de que el adolescente consuma o no dependerá también de la disponibilidad y del acceso que tenga a la sustancia, de los valores en los que ha sido educado, las habilidades sociales que haya desarrollado, etc.

¿Qué hacer con un hijo drogadicto y violento?


¿Qué hacer con un hijo drogadicto y violento?

Ante esta situación puede resultar complicado realizar una intervención por parte de los padres ya que, al tener un hijo drogadicto y violento, el miedo puede paralizarles, dejándoles en una situación en la que no saben qué hacer y esto a su vez haciendo que adopten una actitud pasiva o agresiva. Por ello, es importante crear un ambiente de serenidad en el hogar, que el adolescente no se sienta amenazado ni obligado, evitando reproches, críticas o acusaciones.

Es muy importante que los padres se pongan una serie de límites. Entendiendo límite como una barrera que se ponen a ellos mismos, en base a sus necesidades, emociones, conductas, etc., y que de ser sobrepasada tendrán unas consecuencias para el menor.

A la hora de establecer un límite es necesario que esté bien definido, sea claro y que se lleve a cabo. Si no, se quedaría en amenaza/chantaje volviendo a la relación hostil y el adolescente comprobaría que las conductas que realiza no tienen ningún tipo de consecuencia. Tiene que ser algo que los padres le estén facilitando, tanto a nivel físico como emocional, y que sea importante para él.

El objetivo de los límites es que el adolescente perciba las consecuencias negativas de su consumo. Tiene que llegar a la conclusión por sí mismo que es una pérdida mayor continuar con el consumo y que tiene más beneficios dejar de consumir, para poder comenzar con una intervención.

Es importante conseguir una buena comunicación para que entienda que existe un problema y que, aunque los padres no tengan la solución, son un importante apoyo para que se pueda solucionar. Para conseguirlo se debe mantener una conversación sin juicios de valor hacia el hijo, mantener una escucha activa e intentar empatizar lo máximo posible.


En Centro Acción realizamos intervenciones familiares

Es muy importante para la prevención del consumo de drogas la educación y la información. Los adolescentes deben conocer todos los mitos y consecuencias del consumo de sustancias. La imposición de límites y el seguimiento de normas jugará un papel importante en esta prevención.

Existen menos probabilidades de que el menor consuma si crece en un ambiente en el que prima la comunicación y el aprendizaje de ciertos valores que le alejen de éste y de las conductas agresivas, como el sentido de la responsabilidad, la empatía, la confianza, la necesidad de aprender, etc.

Si tienes un hijo con la problemática anteriormente descrita, en Centro Acción contamos con un equipo terapéutico multidisciplinar, compuesto por psicólogos, psiquiatra y terapeutas especializados en la adicción tanto a sustancias como a conductas compulsivas. En los casos en los que el menor no desee ponerse en tratamiento, realizamos terapias de intervención con la familia para que éstos sean capaces de entender la adicción y la importancia de establecer límites para, posteriormente, poder comenzar un tratamiento con el adolescente.

Te invitamos a compartir este artículo para ayudar a los padres y madres que se sienten perdidos y no saben muy bien qué hacer con un hijo drogadicto y violento.

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