Conoce algunos de los principales trastornos de conducta alimentaria, entiende por qué están aumentado especialmente durante la pandemia y aprende a hacerles frente.

La pandemia protagonizada por el nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2, ha sido el tema más sonado en los últimos tiempos. El foco de atención ha estado clavado en este fenómeno y ha dejado atrás a otras muchas cuestiones de distinta índole. Ciertos acontecimientos o problemas en la salud física y/o psicológica han pasado desapercibidos o han pasado a tenerse en cuenta de forma más secundaria.

Tan es así, que algunos trastornos como los trastornos de la conducta alimentaria han aumentado durante la pandemia y se ha visto un empeoramiento de sus síntomas. Primeramente, se conceptualizará el concepto de TCA, que resultará fundamental para comprender por qué se ha producido este pico en estos momentos tan complejos.

¿Qué son los Trastornos de la Conducta Alimentaria?

Se entiende que los Trastornos de la Conducta Alimentaria o TCA, representan un conjunto de afecciones graves de salud mental, relacionadas con la propia ingesta de alimentos y con el comportamiento que se tiene hacia la alimentación. La restricción prolongada, los atracones de comida, la obsesión por el peso o por la pérdida de este, y/o la preocupación por la imagen corporal son ejemplos de las formas que puede cobrar un TCA. Estas afecciones presentan un origen multifactorial y complejo, es decir, que intervienen diversos aspectos en su aparición y posterior desarrollo.

Entre los factores asociados a los trastornos de la conducta alimentaria, se encuentran aquellos de tipo biológico, genético, psicológico o ambiental, que a través de una interacción entre los mismos puede resultar un trastorno de este carácter. Por lo tanto, resulta inviable explicar la aparición de un TCA a través de un único elemento o de un fundamento lineal de “causa-efecto”.

La influencia que ejercen los cánones y prototipos de belleza, que están muy presentes en nuestra sociedad, y la presión externa a la hora de ajustarse a ellos, representan los factores conocidos como ambientales o socioculturales. Por otra parte, a aquellos que determinan la predisposición que se puede tener para desarrollar estas afecciones, se les conoce como factores genéticos o biológicos. Ciertos factores psicológicos como tener alta impulsividad, baja autoestima, elevado nivel de autoexigencia, control y/o perfeccionismo, así como insatisfacción con el aspecto corporal, se relacionan con los trastornos alimentarios.

No obstante, no todo tipo de conductas alimentarias que resultan inusuales pueden ser consideradas como trastornos. Por lo tanto, es necesario que este tipo de comportamientos se extiendan a lo largo de un intervalo de tiempo considerable y, sobre todo, que produzcan un deterioro significativo en la salud. Si este tipo de comportamiento relacionados con la alimentación o la percepción de sí mismo, interfieren en la integridad física, el bienestar psicológico o la estabilidad emocional; y perjudica las relaciones con otras personas o el funcionamiento ordinario en el área laboral, académica o familiar, se puede hacer referencia a un trastorno de este carácter. En algunos casos, este tipo de condiciones pueden ser potencialmente mortales para aquellos que lo padecen.

¿Quién tiene riesgo de padecer un trastorno de alimentación?

Si bien los TCA pueden afectar y afectan a ambos sexos, la incidencia de este tipo de trastornos es superior entre las mujeres que entre los hombres. En población española, se observa que aproximadamente entre el 1 y el 4% tiene o ha tenido algún TCA a lo largo de su vida.

De igual forma, este tipo de afecciones pueden darse en cualquier rango de edad. Sin embargo, en el periodo de la adolescencia aparecen con mayor frecuencia, por lo tanto, los adolescentes son los más vulnerables a padecerlo. Esto se debe, entre otras cuestiones, a que en esta etapa vital se forja la personalidad y se configura la identidad de los individuos. Además, se producen grandes cambios a nivel hormonal, físico y psíquico que demuestran la complejidad de este periodo.

Por otra parte, la presión social externa y la idealización ante ciertos cánones de belleza es mucho es superior en la adolescencia frente a otros ciclos vitales. Se estima que 1 de cada 20 adolescentes puede cursar un TCA y representan la tercera causa de enfermedad crónica en adolescentes. Por lo que, si no se aborda de forma adecuada, se puede prolongar hasta la edad adulta. De hecho, muchos de los TCA presentes en etapas más maduras, están latentes desde la adolescencia, y encajan en el perfil de adultos con TCA crónico. Es menos habitual, que ocurran sin antecedentes, pero ocurren y se asocian más a un perfil de TCA adulto debutante.

Durante la adolescencia, el trastorno de alimentación que se presenta con mayor asiduidad es la anorexia nerviosa. Por el contrario, los más comunes entre los adultos, son en primer término el trastorno por atracón y, en segundo lugar, la bulimia nerviosa.

Trastornos conducta alimentaria - Anorexia

Trastornos de conducta alimentaria: ¿Qué es el trastorno por atracón?

La ingesta de alimentos en cantidades desmesuradas y de forma repetida (atracón); asociada a una sensación de pérdida de control durante y tras esta conducta, recibe el nombre de trastorno por atracón. Habitualmente se produce en episodios que tienen una duración corta y también se percibe angustia durante dicho episodio. Tras el mismo, no se produce una compensación a través de la purga, es decir, no se induce el vómito ni se usan laxantes, diuréticos o enemas.

¿Y en qué consiste la bulimia nerviosa?

La bulimia nerviosa consiste en la ingesta repetida de alimentos en cantidades excesivas (atracón) y en tiempos breves. Este trastorno se diferencia porque la persona intenta compensar el exceso de comida a través de la purga, ejercicio físico intenso o ayuno. Se acompaña de sensación de pérdida de control, que subyace a un miedo patológico a ganar peso y a una distorsión de la imagen corporal.

Adicción a la comida

Si bien la adicción a la comida aún no se ha considerado como un trastorno independiente en manuales diagnósticos, se entiende que representa una forma más en la que se puede manifestar la adicción. Según las investigaciones, intervienen los mismos mecanismos neurobiológicos que en la adicción a sustancias psicoactivas o depresoras y en la repetición de otras conductas compulsivas.

Las personas que presentan este tipo de patología se conocen como comedores compulsivos y fundamentalmente hacen uso de la comida para modificar su estado de ánimo, para evadirse de situaciones de estrés y angustia y/o para manipular sus propias emociones. Asimismo, esta afección se caracteriza por la búsqueda y consumo de determinados alimentos, obviando las consecuencias negativas que se originan y las formas en las que la salud física y/o mental puede verse afectada. Entre los comedores compulsivos, es frecuente observar sentimientos de culpa y vergüenza tras una ingesta excesiva de comida.

A menudo, existe alta comorbilidad entre los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y la adicción a la comida, es decir, que ambas afecciones coexisten en una misma persona. De igual manera, comparten muchos criterios diagnósticos, tales como la tolerancia y la dependencia. Las personas con un TCA y con adicción tienen cierta tendencia al uso de la mentira para ocultar su consumo y seguir consumiendo y, además, gestionan la ansiedad mediante la comida. Sin embargo, la característica que comparten en mayor medida es el problema de control de impulsos y la sensación de pérdida de control.

Comedor compulsivo - Joven comiendo gran cantidad de alimentos poco saludables

El aumento de los trastornos de conducta alimentaria durante la pandemia

Tal y como se ha mencionado con anterioridad, se ha observado un empeoramiento de los síntomas de los trastornos de conducta alimentaria durante la pandemia. Sin duda alguna, la crisis sanitaria que está viviendo nuestro país y el mundo entero, ha dificultado aún más el acceso al sistema sanitario. Un hecho que se suma a la situación social de estrés, incertidumbre y ansiedad. Por lo tanto, esta saturación del sistema provoca retrasos en cuanto al diagnóstico y seguimiento de los casos de TCA, ocasionando cuadros clínicos más severos.

Desde el inicio de la pandemia, se ha producido un recorte en el tratamiento de los trastornos alimentarios, ya que se han reducido las sesiones presenciales siendo esto sinónimo de más problemas para estos pacientes. Además, las consecuencias derivadas del COVID-19 como el fallecimiento de seres queridos, la pérdida de empleo y la reducción de actividades de interacción social, entre otros, suponen un entorno de estrés que dificulta la vida de cualquier persona y especialmente, la vida de aquellos que padecen trastornos de esta índole.

Las situaciones de encierro, tales como el confinamiento, impactan negativamente en estas personas, a las que la soledad se les presenta como una vía para aumentar los atracones y las purgas características del trastorno por atracón y la bulimia nerviosa, respectivamente.

Solicita ayuda profesional

Ante una situación de este tipo, es fundamental solicitar ayuda de profesionales especializados y hallar un tratamiento integral. Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) o las adicciones son patologías complejas que solo pueden ser tratadas por un equipo multidisciplinar de psicólogos, médicos y psiquiatras bien formados. Si bien el proceso de recuperación es largo y complicado, la recuperación es totalmente posible. El apoyo familiar resulta esencial para favorecer este tipo de procesos y lograr una vida alejada de aquellos comportamientos que resultan nocivos para estas personas.

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