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Como profesionales que trabajamos en el ámbito del tratamiento de adicciones escuchamos en infinidad de ocasiones, tanto a familiares como a pacientes que han realizado distintos tratamientos sin obtener resultados positivos o la abstinencia a largo plazo, cuál consideramos que es el mejor tratamiento para la adicción.

Existen diferentes alternativas, pero los estudios llevados a cabo en EEUU a largo plazo avalan que el mejor tratamiento para la adicción se debe basar en un modelo multidisciplinar e integrador, que abarque todas las áreas importantes de la vida del individuo, puesto que se trata de una enfermedad que afecta física, psicológica, social y espiritualmente.

Es por ello, que, si se trabaja la adicción desde una única disciplina, bien sea la psicológica, la médica o la social, no resulta eficaz ni suficiente para que el paciente se mantenga en recuperación y con la enfermedad detenida.


¿Qué diferencia hay entre abstinencia y recuperación?

La abstinencia consiste en que un paciente pare la compulsión de consumo, sin embargo, esto no es suficiente para detener una adicción. El consumo de la sustancia o la realización de la conducta compulsiva es lo más evidente de una adicción, pero lo más importante es que el paciente lleve a cabo los cambios necesarios para que su funcionamiento vital sea adecuado y sienta bienestar.

Una persona puede mantenerse abstinente durante un tiempo, pero si no se han llevado a cabo los cambios pertinentes, tanto de carácter interno como externo, puede volver al consumo pasado un periodo de tiempo. Si bien es cierto que la abstinencia hace que la persona no esté consumiendo, es importante señalar que esto no implica que funcione adecuadamente en su vida, incluso pudiendo aparecer síntomas como ansiedad o depresión.

La recuperación implica que el paciente está abstinente y, además, ha realizado los cambios necesarios que le permiten tener una vida plena.


El mejor tratamiento para la adicción

El estudio más objetivo (Project Match) llevado a cabo en EE. UU (NIDA, National Institute on Drug Abuse) sobre el mejor tratamiento para la recuperación de una adicción evidencia que los tratamientos basados en los 12 pasos son los tratamientos con mayor porcentaje de adictos abstinentes después de diez años de haber realizado el tratamiento, y además son más felices y tienen mayor calidad de vida que las personas que realizan otros tratamientos.

El Modelo Minnesota, basado en los 12 Pasos es uno de los tratamientos que han demostrado más efectividad para el tratamiento de la adición ya que es un tratamiento integral para una enfermedad multifacética.

Durante los años 40, el alcoholismo se trataba mediante un periodo breve de desintoxicación, en algunos casos mediante ingresos en hospitales psiquiátricos.

Alrededor del año 1935 en Akron, Estados Unidos, un alcohólico llamado Bill W., consiguió permanecer abstinente tras años sin conseguirlo. Para sobrellevar el mal momento que estaba atravesando, y que pensaba que podría llevarlo a volver a beber, buscó a otro alcohólico para compartir con él sus experiencias y sensaciones. Se dio cuenta de que esto, así como ayudar a otros alcohólicos, hacía que sus ganas de consumir alcohol disminuyesen.

Contactó con un médico de Akron que también tenía dificultades con la bebida, el doctor Bob S. y, entre los dos, constataron la eficacia de ayudar a otros alcohólicos y de compartir sus experiencias personales para permanecer sobrios. Así mismo, tomaron conciencia de que cuando salían de sus ingresos en los psiquiátricos volvían a beber al poco tiempo y, de esta manera, estaban consiguiendo permanecer más tiempo sobrios.

Poco a poco se fueron juntando más alcohólicos, con la misma finalidad, y de ahí surgieron los grupos de Alcohólicos Anónimos, que hoy continúan existiendo.

Años después, en el 1948 y el 1950, surgen tres centros en el estado de Minnesota (Estados Unidos) que tratan el alcoholismo de forma integral: Willmar State Hospital, Piooner House y Hazelden. A esto se le llama la “Experiencia Minnesota”. Dicha experiencia parte de conceptos hasta entonces desconocidos y, por lo tanto, revolucionarios, que fueron cuestionados en aquella época y ahora son parte fundamental del mejor tratamiento para la adicción.

El Modelo Minnesota está basado en los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos, pero está implementado con la practica de la psicología y la medicina, incluyendo profesionales de diferentes especialidades.


¿Qué aporta el Modelo Minnesota?

Los profesionales que comienzan a poner en marcha el modelo Minnesota se dan cuenta de que, a pesar de no poder demostrarlo, el alcoholismo no se trata de una conducta de beber voluntariamente, sino que consideran el alcoholismo como una enfermedad y, desde ahí, el enfermo no es culpable, como no lo es ningún enfermo de cualquier otra. Esto supone una liberación de enjuiciamiento que, junto con otras cosas, da un vuelco en la manera de tratar y de entender a los adictos.

El alcoholismo pasa por tanto a ser considerado como una enfermedad primaria, en contraposición a lo que hasta entonces se pensaba: que era el resultado o consecuencia de otra enfermedad o defecto de carácter.

Desde los comienzos de la “Experiencia Minnestota”, en el Willmar State Hospital, se trataba tanto a los alcohólicos como a los adictos a otras drogas y, conforme avanzaban los años, se trataban cada vez más pacientes con adicciones que incluían varias sustancias (pacientes que consumen alcohol y benzodiacepinas, por ejemplo).

Posteriormente, la Organización Mundial de la Salud, cataloga la adicción como una enfermedad, lo que reafirmó y constató la hipótesis aportada por el Modelo Minnesota.

Organización Mundial de la Salud


Funcionamiento del Modelo Minnesota: el mejor tratamiento para la adicción

En el Modelo Minnesota el equipo está formado por psicólogos, médicos, psiquiatras, terapeutas, trabajadores sociales, enfermeros, es decir, se trata de un equipo multidisciplinar. Considera que la enfermedad es multifacética ya que afecta no solo a nivel físico y mental, sino también a nivel espiritual y social. Los profesionales de diferentes disciplinas pueden trabajar la enfermedad desde todos los aspectos que la componen, teniendo que en cuenta que se trata de una enfermedad compleja y que afecta a todas las áreas de la vida de una persona.

El Modelo Minnesota es pionero también en incluir a la familia, pareja y/o amigos en el tratamiento y la recuperación del paciente. Las personas cercanas al adicto también han sufrido las consecuencias de la adicción y cuando el paciente inicia el tratamiento ellos también necesitan tratar su dolor. Del mismo modo, es muy importante que el entorno del adicto conozca la enfermedad y cómo tener una dinámica de funcionamiento adecuada con el adicto.

Durante el proceso de recuperación, el familiar es un pilar fundamentar en la recuperación del adicto.

Cuando la enfermedad está en activo, los familiares muchas veces ocultan las consecuencias negativas de su persona allegada, excusándolos, pagando sus deudas, justificándolos, siempre con intención de ayudar, aunque le facilitan que continúe consumiendo. Por ello, el familiar deja de vivir su vida y se responsabiliza en cierto modo de la del adicto con miedo por lo que hace o deja de hacer “no vaya a ser que consuma”, sin darse cuenta de que esto escapa a su control.

Da igual lo que se haga que, si el adicto quiere, consumirá. Por ello, los profesionales que trabajamos con el modelo Minnesota proporcionamos a familiares y allegados herramientas para abordar adecuadamente diferentes situaciones con el adicto que permitan la ayuda en su proceso de recuperación y les facilite del mismo modo, su propia recuperación y bienestar.

Desde el Modelo Minnesota se tiene el firme convencimiento de que la familia es el primer medio de contención para el consumo de los adictos y, conforme va avanzando el familiar en el proceso de recuperación, así avanza el propio adicto.

Finalmente, es importante destacar que el Modelo Minnesota establece metas a corto plazo a lo largo del tratamiento con el objetivo de conseguir dos metas a largo plazo, que son la abstinencia total y una mejor calidad de vida, es decir, la meta última del tratamiento es que el adicto no sólo no consuma, sino que sea feliz en su vida.

En el Centro Acción tenemos amplia experiencia trabajando con el Modelo Minnesota, de manera que ponemos a disposición de nuestros pacientes el mejor y más efectivo tratamiento para la adicción.

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