Conoce el riesgo que implica normalizar las adicciones y algunos datos estadísticos sobre las conductas adictivas.

Con frecuencia, se puede observar cómo en ciertos medios de comunicación escritos se lanzan titulares de todo tipo que hacen referencia a las adicciones. Muchos cumplen una función divulgativa, sin embargo, varios hacen un uso del concepto de adicción que puede llegar a ser desacertado. Algunos de ellos se dan a conocer bajo un encabezado similar a: “Conoce si eres adicto a X y sorpréndete con la siguiente prueba”.

Por otra parte, dicho concepto es utilizado coloquialmente por todos para expresar que algo gusta mucho o que provoca una sensación de placer, como por ejemplo comer determinados alimentos o realizar determinadas actividades. Así, es habitual escuchar que alguien diga que es adicto al chocolate, al teatro, a los helados… La realidad, es que este fenómeno es más amplio que todo lo anteriormente mencionado y el uso que se le da en el lenguaje común puede impedir que se refleje el verdadero significado de la adicción.

¿Qué es una conducta adictiva?

Para considerar que una conducta es adictiva, es necesario que se de una pérdida de control en el uso de esta, al igual que sucede con el consumo de sustancias. Cuando la persona en cuestión pierde el control, es el consumo o la repetición de una conducta la que termina por controlar a la persona y por dominar su vida.

Afecta a la capacidad de decisión sobre aspectos como la atención, el tiempo o el dinero que se destina a realizar dicha actividad o dicho consumo, a pesar de obtener consecuencias negativas tanto físicas como psicológicas. Muchas veces se identifica que una persona puede tener un problema, si a pesar de tener estos efectos negativos ni siquiera se plantea dejar de realizar la conducta.

Esto quiere decir que, si bien es cierto que muchos elementos pueden ser adictivos, no se deben confundir con aquellos que son simplemente reforzantes. Asimismo, es imprescindible saber que para que algo se convierta en adictivo para una persona, deben interaccionar diversos factores, entre ellos, factores genéticos, factores biológicos o factores ambientales. De todas las maneras, se corren ciertos riesgos al normalizar las conductas adictivas.

¿Qué significa normalizar las adicciones?

El concepto de normalización hace referencia a la acción y efecto de normalizar, es decir, hacer que algo se establezca y estabilice en la normalidad, regularizando algo que antes no lo estaba. A lo largo de la última década, tanto el consumo de sustancias como la realización de determinadas conductas, se han visto sometidas a este fenómeno de normalización.

No obstante, el consumo tabaco o de sustancias como el alcohol, ya gozaban de una alta aceptación social y cultural desde hace mucho tiempo. La Encuesta EDADES o Encuesta sobre Alcohol y Drogas (2017-2018), realizada por el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, muestra datos relacionados con el consumo que reflejan de qué forma se pueden estar normalizando las conductas adictivas.

¿Con qué frecuencia se consumen sustancias legales?

Con respecto al tabaco, que se sitúa como una de las sustancias más consumidas en la población, un 40,9% manifiesta haber fumado frecuentemente a lo largo del año. A pesar de que el tabaco se relaciona con bronquitis crónica, enfisema o cáncer pulmonar, un 33,4% de los fumadores no se han planteado abandonar el consumo, el 21,2% no lo ha intentado y el 45,4% lo ha intentado, pero no lo ha dejado.

Por otra parte, el 75,2% de los encuestados indica ingerir alcohol con cierta constancia en un periodo de 12 meses, exponiendo como motivos de este, animarse en celebraciones, encajar en grupos, emborracharse o evitar síntomas de depresión. Esta sustancia es conocida por ser la droga legal más consumida en el país y por ser protagonista de infinidad de complicaciones médicas, psicológicas, sociales, familiares y laborales.

Riesgo de normalizar las adicciones - Jóvenes fumando porros.

Riesgo de normalizar las adicciones: ¿con qué frecuencia se consumen las sustancias ilegales?

A través de los datos de prevalencia del uso de las dos sustancias ya mencionadas, se evidencia cuan estandarizado y extendido se encuentra su consumo. Algo similar sucede con otras sustancias como el cannabis, consumido por el 11% de la población con asiduidad y consumido alguna vez en la vida por un 35,2%. De dicha sustancia se extienden constantemente mensajes que son incongruentes acerca de sus supuestos efectos “beneficiosos”.

Percibir que el cannabis es inofensivo, facilita su posterior consumo. Sin embargo, es una amenaza real para el cerebro y su normal crecimiento, sobre todo, para los jóvenes y adolescentes.

En lo respectivo a la cocaína, se muestra un consumo del 2,2% con frecuencia anual en la población y un 10% de alguna vez en la vida, que se acompañan de problemas con familiares o amigos, con la ley, problemas económicos o accidentes de tráfico.

Por otro lado, se puede observar una distinción en la extensión del consumo de diferentes sustancias por grupos de edad. En el caso de los menores de 15 a 17 años se muestra una tendencia al uso de cannabis, alucinógenos y setas, mientras que los mayores de 35 a 64 años se percibe un consumo de hipnosedantes y analgésicos opioides, que en muchos casos no son prescritos por un profesional.

¿Qué sucede con las conductas compulsivas?

Se estima que el 2,9% de la población ha podido efectuar un uso compulsivo de internet, concentrándose sobre todo en una franja de edad que se comprende entre los 15 y los 24 años. A la hora de apostar dinero por internet, son los jóvenes los que lo hacen en mayor medida, mientras que los adultos de 35 a 64 años suelen jugar con dinero de forma presencial.

En la Encuesta EDADES, no se citan datos relativos a otras conductas que pueden ser compulsivas como el uso excesivo de videojuegos o la compras. Sin embargo, comprar compulsivamente es un comportamiento que en ocasiones puede pasar desapercibido, precisamente por lo normalizada y socialmente aceptada que se encuentra.

En una sociedad tan consumista como la nuestra, comprar cosas innecesarias o comprar en grandes cantidades, puede no considerarse como algo problemático. La realidad es que estar aceptado no es sinónimo de no ser perjudicial. De hecho, puede hacer que la persona o el entorno no contemple el problema hasta que las consecuencias sean devastadoras, como llegar a acumular deudas significativas.

Restarle importancia a este tipo de situaciones es un ejemplo de los riesgos de normalizar las conductas adictivas.

El peligro de normalizar las adicciones

Tal y como se ha mencionado en diversas ocasiones, el consumo tanto de sustancias legales como de sustancias ilegales es habitual en nuestro país, así como la realización de ciertos comportamientos compulsivos. En función de qué sustancia o qué conducta, el consumo es más frecuente entre los jóvenes o entre los adultos. No obstante, no existe un perfil de consumidor.

Pese a ello, se conoce que la edad de inicio en el consumo es cada vez más precoz, lo que supone uno de los peligros más notorios de normalizar el consumo abusivo. A esto le acompaña que en los últimos tiempos ha habido un estrechamiento en la relación entre consumir sustancias y el ocio.

Esta alianza puede hacer que las consecuencias físicas, sociales y psicológicas que trae consigo el consumo, se pasen por alto. Y además, el hecho de que exista una tendencia a generalizar cada vez más el policonsumo o consumo de varias sustancias simultáneamente, acelera y agrava los efectos que se pueden producir a nivel cognitivo, que es en algunos casos el deterioro.

Por mucho que se piense que determinadas sustancias o algunos comportamientos son inofensivas, nadie está exento de poder desarrollar una dependencia o poder llegar a desarrollar una adicción. Es algo que realmente no se puede controlar, ya que se trata de un fenómeno en el que intervienen multitud de factores. Un trastorno adictivo trae consigo problemas físicos, cambios en la rutina diaria o problemas emocionales, que se traducen en sensación de vacío profundo, sentimiento de soledad, dolor y miedo.

Es imposible medir los daños que se pueden generar a corto y largo plazo. Por ello, es fundamental que no se ignoren los riesgos de normalizar las conductas adictivas.

Afrontar el problema será la solución

Es importante no normalizar las adicciones. Si crees que tú, un familiar, un amigo o una pareja se encuentra en una situación en la que has o ha perdido el control sobre el consumo de una sustancia o sobre la realización de una conducta, afrontar el problema será la solución. La búsqueda de ayuda es esencial para comenzar un programa de tratamiento que te devuelva la serenidad y las riendas de tu o su vida.

Un Centro especializado en adicciones que cuente con un equipo multidisciplinar dotado de las herramientas necesarias, puede ayudarte a recuperar tu vida, ya que la adicción es un problema tratable y recuperable.

Te invitamos a compartir este artículo con tus familiares y amigos para que sean conscientes de la importancia de tener en cuenta el riesgo que implica normalizar las adicciones.

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